Pasear con mi perro es uno de esos pequeños placeres cotidianos que tanto valoro. Pero a veces, ese paseo tranquilo se ve interrumpido por situaciones que me hacen reflexionar. Perros sueltos corriendo hacia nosotros sin control, dueños que observan de lejos sin intervenir, niños que se asustan… ¿En qué momento dejamos de pensar en los demás?
Me cuesta entender la poca conciencia que aún tienen algunos dueños. Dejan a sus perros sueltos en espacios públicos sin pararse a pensar que no todos los perros quieren jugar ni todas las personas están cómodas con su presencia.
Cada perro es un mundo
Por muy bueno y sociable que sea tu perro, no puedes asumir que todos los demás también lo son. Hay perros que han tenido malas experiencias, otros que están en proceso de socialización o que simplemente no quieren interactuar. ¿No merecen ellos también pasear tranquilos?
Yo misma tengo perro, y precisamente por eso sé lo importante que es respetar el espacio del otro. Siempre lo llevo atado, salvo en lugares destinados para ellos como playas caninas o parques habilitados. Es una cuestión de sentido común… y de empatía.
Y no olvidemos a las personas
También están los niños (y adultos) que sienten miedo. Hay familias que no disfrutan de un paseo por el parque porque constantemente tienen que esquivar perros que se acercan sin control. ¿No deberían poder disfrutar del espacio público con tranquilidad?
Ser dueño implica algo más que quererlos
Tener perro es una gran responsabilidad. Significa cuidar de su bienestar, sí, pero también tener en cuenta a quienes nos rodean. Porque convivir no es solo compartir un espacio, es hacerlo con respeto.
Pensemos un poco más allá
Este post no es un reproche, es una invitación a pensar. Porque si de verdad queremos una sociedad más amable, deberíamos empezar por algo tan simple como respetar el espacio del otro, humano o animal.