Durante años utilicé sin pensarlo palabras como antiedad, “combatir arrugas”, “detener el tiempo”. Era (y sigue siendo) el lenguaje dominante en belleza. Hoy, con calma, reconozco que no está bien. Llamar “antiedad” a los cuidados convierte la edad en algo a evitar, como si envejecer fuese un error. Y no lo es.
¿Qué hay detrás de decir “antiedad”?
Ese término nos empuja a vivir el paso del tiempo como una batalla. Interioriza la idea de que cada línea de expresión es un fallo que hay que corregir. Y al final, el mensaje cala: no es solo piel; es cómo nos miramos.
Por qué dejo de usarlo
No quiero seguir alimentando la sensación de derrota frente al espejo. Prefiero cambiar el foco: del “luchar contra” al “cuidar de”. A veces me cuesta aceptar mis propios cambios (como a cualquiera), pero entre pelearme con el tiempo o aprender a acompañarlo, elijo lo segundo.
Un vocabulario más amable (y honesto)
Cuando hable de productos o rutinas, voy a optar por expresiones como:
- Cuidado de la piel en lugar de “antiedad”.
- Fortalecer la barrera o mejorar la hidratación en lugar de “revertir” algo.
- Luminosidad, textura, elasticidad en lugar de “quitar años”.
- Bienestar y salud de la piel en lugar de promesas imposibles.
No es maquillaje de palabras: es ajustar expectativas, hablar con precisión y quitarnos de encima ese tono de “guerra” contra el tiempo.
Si te interesa el tema
Esta reflexión también nace de iniciativas que cuestionan el lenguaje en cosmética y el edadismo en general. Por ejemplo, la campaña Libre de Edadismo, que invita a revisar cómo hablamos de la edad en la vida cotidiana.
Te leo
¿Te has sentido alguna vez empujada a “ocultar” tu edad? ¿Qué palabras te ayudan a hablar de belleza sin sentir que estás en pie de guerra contigo misma? Me encantará leerte en comentarios.
Nota: Actualizaré progresivamente entradas antiguas donde usé “antiedad” para alinearlas con este enfoque.